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Mensaje por Invitado Dom Ago 16, 2009 3:24 am


Nombre completo del personaje: Damian Noor

Descripción Física: Es un chico fuerte y robusto, con los ojos de un color azul-verdoso, pero cuando algo le ciega de ira se vuelven completamente negros. Aparentemente es un vividor, pero pasa desapercibido, pero su mirada es misteriosa, como que esconde algo. De movimientos tranquilos, calculados y una pose con clase.

Descripción Psicológica: No es un tipo de fiar a primero vista, pero quizás más de lo que se creen algunos. Aunque se vuelve loco con una buena cerveza fría, y de rabia, con una lujuria tardía, es un tipo frio aparentemente. Parece que en su mirada no haya esperanza, a veces no cree en nada, pero porque sabe que el mundo vive en una mentira. Pero es un tipo tranquilo, valiente y con carácter. Puede llegar a ser romántico, pero también obsceno como la literatura sucia, dice las cosas como son, sin complicarse. Le gusta que se den cuenta de que no tienen ni **** idea sobre él y se arriesguen a conocerlo, y entonces no pasemos de página. Que a veces haya amor, porque en ello cree, pero no cree en las personas. Le gustan las mentes inteligentes, con quien poder mantener una conversación. Ante todo vive su vida, y se olvida del resto. Conoce el mundo, la calle, sabe lo que es vivir entre basura y marcarse la vena, lo que es hacerse pasar por loco, mostrar algo en el que no es verdadero, algo que quizás solo un dios pueda juzgar.

Edad: 24

Historia: Se te va el corazón, me dijo el doctor. Salí de la consulta pensando en que era un día más de mi insulsa vida en un lunes bastante frio. Supongo que aprendí más de lo que quería, y que seguí sin ser lo que algunos esperaban; por eso se me iba el corazón. A ella la conocí de casualidad, en un cruce de miradas o en una fragancia. Que pase la siguiente! decía, por entonces había tocado fondo varias veces y eso es lo único que no hacía falta que nadie me pidiera, que alimentara mis lágrimas a base de cabezazos contra el techo. Yo me espabilaba solo, por aquel entonces no me servía de nadie, cuando ella se fuera, entonces me quedaría con su recuerdo y un entierro sin juicio es lo que podría darle a mi soledad.

Cuando salí a la calle abrí el paraguas, como se abre el mundo a los ojos de un niño, y apagué el cigarro. Entonces se apagaron las luces del puerto, faros del mar de los borrachos en las hojas de Bukowsky, el único lugar en el que supe arrinconarle como la sala de espera del manicomio en un domingo triste. Eran tiempos de dejar la tristeza en el borde de la cama, de hacernos daño y hacer tripas corazón cuando algo no saliera bien. Entonces hay un momento en el que el corazón se para, y aunque toca a la puerta, lo asfixias contra la almohada de cicatrices ausentes.
Las cosas en casa no funcionaban bien, hacía tiempo que vivía solo
Aquella mañana después de salir de la consulta, la vida tenía poco sentido, me quedaban días, horas, meses.. había vivido al límite, entre historias, dramas y sus tragedias. Había que sobrevivir, y poco me importaba lo que pensaran de mí, la vida era siempre un cúmulo de circunstancias en las que se te dan unas limitaciones y unas ventajas, y tu solo tienes que saber dónde está el límite. Por aquella época pocos amigos de verdad quedaban, la amistad se basaba en el interés y en la necesidad, habían baches en la vida que no podías evitar, y durante aquella época la vida apretaba y cada vez tenía más veneno en las venas. Pasaron las horas y los días como una condena, me había planteado volver a la consulta y que el médico juzgara si era hora de abandonar aquella vida, dejar de castigarme y acabar de picarme la vena.


…………………………………………….


La habitación era de color blanco. No había nadie allí excepto yo. Aquellos señores de bata blanca me habían dejado en aquella habitación después de ponerme una inyección y su suplemento. Durante un tiempo, el paso de los años me había hecho devorar libros, como mujeres, y yo había tirado por el retrete aquellos últimos años de torpeza extrema por culpa de tabernas tristes, drogas y recuerdos prohibidos. Pero todo aquello lo recordaba en cuanto apenas, solo tenía una leve imagen de los últimos cuatro años. Todo aquello parecía un sueño, digno de un esquizofrénico, no sabía cómo había llegado a aquel lugar, a aquel extremo. Aquellos recuerdos nulos me habían hecho dejar ir todo aquello que seguramente no podía tener, cosas que ya nunca volvería a conseguir, y había pasado a quitarme las penas con pechos de silicona, a no entender cuál era mi pasado. Pero todas aquellas imprudencias me estaban empezando a pasar factura en un camino de destinos rotos.

Hacía un año de aquel suceso, y me había retirado a vivir en una casa al lado de la playa, rozaba la marea con los pies y nunca cerrábamos las persianas. Sol, aire fresco y arena por todos los muebles. De mi pasado por entonces sabía poco, verdaderamente tenía imágenes de golpes, de peleas o algo similar, del frio del invierno, el verano y sus sentimientos, pero guardaba bajo la cama algunas cartas, escritos y docenas de fotos de fotomatón. Pero no recordaba ciertos momentos de mi vida si no es que los había escrito antes, y aquello era lo único que había podido salvar de mi pasado. Aunque de vez en cuando las fragancias me hacían recordar alguna imagen de mi pasado, y a ella, pero no tenía ningún nombre. Recordaba algunas recetas de cocina, y los golpes antes de levantarme sacudiéndome el polvo, y como había seguido como si no pasara nada, o eso me habían dicho algunas viejas amistades con las que falcaba la puerta del viejo bar dl Jimmy. Había tenido una vida de destierros y suicidios de acantilados, nada me había importado más que el arte, y parecía que entonces era tiempo de sonreírle al sol, de constelaciones en una sonrisa y de oler a tierra mojada.
Por las mañanas me levantaba pronto, como siempre, y ponía mi vida en modo phone, por entonces no había visitado de nuevo aquella habitación blanca ni sus escalofríos. Todo se veía de otro modo y color, los pesqueros cruzando las rocas y a aquellos tipos de barba y grasa en las manos deseando estar llegando a casa.


– Parece que lo hagas sonar para que vuelva a casa, como si fuera un faro.. ¿me escuchas? Escúchame! Eres rastrero, vives en un mundo aparte, por eso te escondes en esta casa de verano, para que no te encuentre ¿verdad? Y yo aquí como una veinteañera volviendo a tus brazos. Deberías de estar con una puta que no escarbara en tus recuerdos. Algún día el cielo dejará de llorar y te darás cuenta de lo que has dejado atrás. Lo malo es que haces que sonría con cualquier gilipollez, como esta, y por eso no puedo enfadarme. Y me tendré que ir antes de que vuelvas a hacérmelo..

Los marcos de la puerta gruñeron cuando cerró la puerta de un golpe. Era la mujer perfecta, inteligente, retorcida, suicida y no le hacía falta maquillarse. Pero como otras tantas. Ella estaba cuando la necesitaba, por doquier entre sus piernas, podíamos intercambiarnos el alma y además sabía bien como había descargado el fusil de los sueños. Como otras tantas. Pero a diferencia del resto por aquel entonces era a la única persona que escuchaba. De ella me quedaba una vida y la tesis doctoral de su cuerpo, había sufrido durante el tiempo que la había conocido por culpa de sus recuerdos, y me había hablado de su pasado entre hombres ricos y adolescencia a los cuarenta. Por todo eso yo la envidiaba y la apreciaba. De vez en cuando desaparecía entre silencios y aeropuertos, la dejaba respirar, y cuando volvía siempre estaba allí, esperando a que le contara algo sobre mi pasado y aunque bien sabía que nunca estaríamos juntos y que nunca lo recordaría, me había demostrado que siempre hay alguien dispuesta a esperar. Ella tenía un lado oculto, desaparecía y nunca me explicó que hacía en sus escapadas, tampoco quería saberlo, pero en aquellos tiempos no debería de ser nada normal.

Un día desapareció de todo lugar, y no volví a saber de ella. Nadie la recordaba, menos yo dentro de mí, y nunca volví a verla desnuda por la mañana en la cama, con un café y un libro en la mano. Constantemente me había acostumbrado a todo aquello, a tener a alguien al lado con optimismo, pero quizás tuve demasiada esperanza de ver en sus ojos la constelación de su sonrisa. Cuando desperté, había dejado de leer palabras de su libro, de escuchar la vieja cadena de mi vida y de sumergirme en cada imagen. La habitación blanca de las caras largas, de las sombras que no se dejan ver, parecía que me había castigado, castigado por vivir en un mísero pasado que no recordaba, inconcluso e incompleto y a ella se la habían llevado, como mis recuerdos, los hombres de bata blanca y su desdichada terquedad. Aún así le hacía versos de amor, aunque parecía estúpido, pero necesitaba saber que aquello lo podría volver a recordar, aunque fuera en pequeñas dosis.


…………………………….


Después de aquello cuando la luz entró tímidamente por los únicos resquicios de la persiana sólo tuve tiempo de gritar ¡A mi tío Sam, que los arrollo!. Aquellos destellos de luz golpeaban mi cabeza como si alguien me estuviera pateando desde mi pubertad y todavía no se hubiera cansado. Sonaban golpes y campanas, cuchillas afilándose por los exteriores de mi cabeza fsssss fsssss arriba y abajo, delante y atrás... alguien estaba gozando mi resaca como un perra y sonaban los gritos y los fustigamientos desde mi medio sueño adormecido hasta el precipicio de esa cama donde prácticamente yacía muerto. Ni siquiera podía abrir los párpados. El cansancio se había apoderado de mi, las fuerzas estaban en rebeldía, mis casi veinte años se habían dejado seducir a plomo y lo único que podía hacer era observar aquella escena desmoronándome en la almohada y suplicando que apagaran esas luces.

Por la persiana entraban los gritos y la luz del barrio, sencillamente sabía lo que estaba ocurriendo allí pero para entonces ya estaba despierto, haciéndome un café con leche y demostrándome que los somnolientos aguantan más que los adolescentes compungidos. La casa daba asco. Botellas por el suelo, sabanas deshechas con aquellas dos mujeres tiradas en la cama, ceniceros llenos de mediocridad y un olor a alcohol besando las persianas que era insoportable. Había ropas viejas almacenadas en el sofá y una papelera volcada llena de papel higiénico y colillas. Hojas escritas por toda la habitación, vinilos por el suelo, y unos ojos a mí lado por los que viene la muerte con cadena perpetua a su cuerpo. No quise imaginarme como había acabado aquella noche pero no era muy difícil adivinarlo.

Cada vez había más gente en la calle, suponía que en aquello comenzaba a preocuparme, pero la gente acostumbraba a alternar las drogas con las copa. Yo estaba tirado en el núcleo de la vida, allí donde jamás se retrocede si no es para escupir soledad o adicciones. Había visto pasar la última década, en tres vidas diferentes, y atado a un tren en marcha, con ganas de que todo aquello hubiera sido un mal sueño. Llevaba casi una vida drogándome, ignorando con que sabor vendría el cielo y cuantos grados podría hacer al otro lado de la puerta. Soñaba alto para que la caída tardara en devolverme, así que era hora de encontrarme.

Aunque seguramente no lo hubiese pedido en uno de los tres deseos de algún genio de mala muerte, aquella madrugada me crucé la muerte, al salir de casa en busca de un poco de aire puro, mientras fumaba un cigarrillo unos gritos desde el callejón hicieron que me acercara a ver qué sucedía, no tardé mucho en ver la escena, uno de aquellos seres sobrenaturales de los que había escuchado hablar a algún borracho o trotamundos en alguna barra de bar. Pero mi reacción fue diferente a todo, me lancé contra aquel espécimen de dos metros, de aquello recuerdo como aquella chica asustada corrió buscando una salida a un lugar donde poder estar a salvo, yo me recuerdo fuera de todo, luchando por no perderme dentro de mí, por no delatarme y arruinarme en una nueva vida que seguramente no debería de andar, pero acabé destrozando a aquel ser, arrancándole la mandíbula con una fuerza que nunca había experimentado. Aquel hecho cambio mi vida, la lleno de coágulos y demasiados problemas que había que soportar, tenía que comenzar a luchar por no perderme, y parecía que habían decidido por mí que camino debía de andar.




Raza: Hombre Lobo

Tipo: Adotado

Condición: Maligno

Habilidades: ---

Virtud: Amor verdadero

Defecto: Es adicto al vicio de la noche, al sexo, drogas…

Oficio: DJ Profecional

Datos Adicionales: Sin música no sabe vivir
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Mensaje por Invitado Dom Ago 16, 2009 3:26 am

Aparencia:

Invitado ha efectuado 1 lanzada(s) de uno Dado20L :
Damian Noor D20c20


Nivel y experiencia:

Invitado ha efectuado 1 lanzada(s) de uno Dado4L :
Damian Noor D4c2copia
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Damian Noor Empty Re: Damian Noor

Mensaje por Invitado Dom Ago 16, 2009 3:44 am

Bienvenido Sr. Noor. Espero que le guste el puré de patatas, se hacen figuras extraordinarias con esa masa, se puede hacer hasta la vieja torre ifel ^^
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Damian Noor Empty Re: Damian Noor

Mensaje por Invitado Mar Ago 18, 2009 3:32 am

Damian espero que me reconoscas, aunque mi rostro alla cambiando soy la misma Rose que conoces...Disfruta y veremos quien ganara o no?
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Damian Noor Empty Re: Damian Noor

Mensaje por Invitado Mar Ago 18, 2009 8:23 am

Interesante historia, sin lugar a dudas, ojala los caminos se encuentren en algun punto...

Disfruta del foro y bienvenido
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Mensaje por Admin Mar Ago 18, 2009 8:58 am

-- Bienvenido, gran historia(y muy larga xD). Rolea mucho y hazte muy fuerte --
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El sol que descansa

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Mensaje por Invitado Mar Ago 18, 2009 8:59 am

gracias :P
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Mensaje por Invitado Sáb Ago 22, 2009 10:35 pm

¡Ajá, pero si no soy la única que conserva el nombre! Bienvenido (sí, lo sé, he llegado más tarde), conste que seguirás llamándote André para mí xD
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Mensaje por Invitado Lun Ago 24, 2009 10:02 am

bienvenido :*-*:



me gusto tu historia
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