Nomadi Robespiere

Nombre y Apellido: Nomadi Robespiere

Edad: 22

Descripción Física: Una chica de 1,75, con una larga cabellera pelirroja, que le llega hasta sus hombros. Tiene una bella piel pálida, que contrasta perfectamente con su pelo. Posee unos angelicales ojos claros, los mismos que su madre. Prefiere vestirse con ropas oscuras, que no llamen mucho la atención. Siempre acompañada de su encendedor, su espada, y su daga favorita, herencia de su madre, y recuerdo de su vida pasada.

Descripción psicológica: Es una loca mesiánica, es decir, que se cree la enviada de dios, por lo cree que todos sus actos están justificados. Cree venir a este mundo para limpiarlo, para eliminar toda la escoria, las impurezas. Le gusta ver las cosas arder, desde personas, a edificios antiguos.
Nunca lastimaría a ningún indefenso, solo a a personas o seres que ella crean que han hecho algún mal al mundo.

Raza: Cazadora

Tipo: Vengadora

Condición: Neutral

Historia: Una humana adolescente de 17 años, se encontraba oculta en lo que podía llamar su hogar, en la ciudad de Nocturna. Ella lloraba, gritaba, odiaba haber quedado embarazada, de ese estupido cazador, que había abusado de ella, ese cazador que la había violado. Nacieron, nacieron dos niños, que le recordaban a todos sus errores, los niños que tanto odio le producían. Se levanto con ellos en sus brazos, y se acercó a un río, donde los lavó. Sintió un fuerte impulso, de lanzarlos al agua, pero se contuvo, por mucho que no le gustase eran sus hijos. Un niño Sebastian, y una niña Nomadi, quienes habían nacido a la luz de la medianoche.

Nomadi ya tenia 13 años, y debió de sufrir una infancia difícil. Creció sin padre, nunca supo nada de él y si se le ocurría pronunciarlo, recibía golpizas pero no respuestas. Su madre y su hermano, un solitario que siempre le daba la espalda, la maltrataban.
Ella, a pesar de todo, siempre creyó en su dios, él le daba esperanzas en todo momento, incluso en los peores momentos, incluso cuando abusaban de ella, incluso cuando su hermano la violo, ese momento, que nunca podrá borrar de su mente.
Ella siempre se creyó culpable de todo lo que le ocurría.
Pero fue a sus 15 años cuando descubrió la verdad. Ese día su hermano había vuelto, luego de la caza diaria del alimento para la familia. Pero esta vez había algo diferente en él. Sus dientes desarrollados, sus patas fortalecidas, su cuerpo cubierto de pelos, sobresaliendo de sus ropajes. Un hombre lobo. Nomadi entró en pánico. Alejandro atacó a su madre sin dudarlo un momento. Sangre en su hocico. Se dio vuelta y esta vez se dirigió a Nomadi. Ella comenzó a correr, pero se encontró sin salida en la sala. Él la atacó, comenzó a morderla, a herirla, a ver la sangre de ella correr entre sus dedos, mientras se reía, lo disfrutaba. De pronto se detuvo, como si no quisiera acabar su trabajo, como si no quisiera terminar con ella. Se apartó, y de su hocico, rojo, salieron estas palabras burlonas: “Hermana mía, nunca te has dado cuenta, que a aquella a la que llamabas madre, nunca te quiso, te he hecho un favor, y ahora, acabare contigo, acabare con tu sufrimiento”. Luego arremató de nuevo contra ella, quien esta vez, estaba furiosa, y ya harta de todo, ya no le temía, con un cuchillo que ella siempre llevaba consigo, se defendió, clavándoselo en el ojo. Un alarido de dolor. Nomadi se levantó con su cuerpo ensangrentado, y aprovechando el momento de confusión de su hermano lo golpeó en la cabeza con un bidón que tenía a su alcance, derramando todo su contenido sobre él. La gasolina cubriendo el cuerpo del animal. Lo prendió fuego, luego corrió hacia la cocina, sin darle tiempo a Sebastian de reaccionar, abrió la llave de gas de la cocina, y saltó por la ventana. Corrió, los segundos pasaron veloces, y luego a sus espaldas una gran explosión. El impulso de esta la golpeó, y la hizo volar por los aires un par de segundos. Calló, adolorida. Se dio vuelta, y vio el lugar incendiado, escuchó los alaridos de su hermano. Lo vio huir de la casa en dirección contraria a la suya.
En ese momento, de dolor y odio, viendo que el cuerpo muerto de su madre era calcinado por las llamas, que su hermano huía adolorido, que ella estaba cubierta de heridas, cenizas y sangre, se dio cuenta. Vio la verdad en esa casa ardiente. Los pecados de su madre y hermano, eran olvidados en ese fuego, eran perdonados. Eran purificados. Y un descubrimiento aún mayor, ella debía de purificarlos. Había tenido una epifanía, debía de acabar con los seres sobrenaturales que no hacían más que mal. En eso que se había convertido su hermano. Pero eso no era lo único, no permitiría que nadie sufriera lo mismo que ella, que nadie fuera mal tratado. Debía de destruir a todo aquel que producirá el mal. Ella debía de crear un nuevo mundo en el que prevaleciera la justicia.
Ella había nacido a luz de la medianoche. Por ella corría sangre de cazadora, por ella corría sangre divina. Ella sentía que era la enviada de Dios. La nueva Mesías. ¿Y qué mejor forma de purificar los cuerpos de los corrompidos que verlos arder? Envueltos en llamas su cuerpo y alma se purificarían.


Habían pasado 4 años desde la última vez que había visto a su hermano, ese ser sobrenatural. Caminaba por las calles de Nocturna, armada con una daga de plata y una espada con una bella empuñadura. Se detuvo y observo su reflejo en la vidriera de un bar. El rastro que había seguido de Sebastian la llevo hasta allí, ahora debía de entrar, cortarla la cabeza y acabar con su absurda existencia. Colocó su mano sobre la perilla de la puerta, la giró y entró.
El lugar estaba casi desierto. A pesar de ello, ahí estaba él, encapuchado, oculto entre sus ropajes, pero aún así imposible no reconocerlo. “Maldito” pensó. Y con furia se dirigió hacia él, pero alguien, o algo la detuvo. Un ser alto de piel pálida con ojos, aún humanos.
-¡Apártate!- Le gritó ella. Pero el ser frente a la chica no se movió. Mientras, la presa de Nomadi, se escabullía por la puerta trasera-¡Muévete Maldito! Si no quieres que acabe contigo también- Diciendo esto, lo empujó de su camino. Pero él la agarró con rudeza- Te lo advertí- Sacó su espada y arremató contra el ser- Maldito, como osas llevar con orgullo ese cuerpo aún con forma humana, si cuando murió esa parte tuya, murió tu alma.
-Te equivocas- dijo él, moviéndose ágilmente para evitar los golpes. Luego le detuvo el brazo, y la despojó de su arma. Y como si la invitara a seguirlo, salió del bar con un gesto, mezcla de elegancia y seducción. Ella medió atolondrada por lo que acaba de ocurrir, comenzó a seguirlo, mientras jugueteaba con un encendedor en su mano. Tenía decidido acabar con ese ser, ese vampiro. Quien se había atrevido a burlarse de ella, quien se había atraído a arrebatarle su espada. Su hermano podría esperar. O al menos eso creyó.
Se dirigió a la parte trasera del bar, siguiendo al vampiro, que avanzaba con una velocidad inhumana. Lo perdió de vista. Ahora se encontraba sola en la penumbra. Pero de pronto, se dio cuenta que no era así. Su hermano, la estaba observando.
-Nos volvemos a encontrar hermanita, ¿acaso no te das por vencida?- soltó una risa potente, que retumbo en las paredes- Por qué esa necesidad, de querer matarme.- Se abalanzó sobre ella, tan velozmente, que la agarro por sorpresa. La tomó en sus brazos, y la lanzo contra la pared. Huesos rotos. Luego, se lanzó sobre ella, con intención de matarla
Nomadi, creyó que ese era su fin, sin embargo, su espada atravesó al monstruo que la estaba atacando. Su espada le atravesó el estomago. ¿Pero como? Fue el vampiro. Él ahora la observaba, fijamente, mientras Sebastian, rugía de dolor. El vampiro, tomo a la chica, en sus brazos, y la llevo, lejos de allí, lejos de todo ese alboroto, lejos de su hermano.
-Que me hayas salvado no significa que no acabaré contigo- le dijo rudamente.
-Lo sé, es que simplemente, no me pude resistir a tu olor, a tu belleza, a ti repleta de sangre.
Nomadi sintió un escalofrío, y pensó que no se había salvado, si no metido en un lío peor. Ella, estaba cubierta de sangre, y cerca a ella, un vampiro. Debía de actuar rápido.
-No te asustes, no te haré daño- La dejo en el piso recostada, y se alejó, dejándola sola.
Nomadi se quedó tendida en el suelo, comenzaba a amanecer, ya llegaba la medianoche. Y ella se quedó pensando si algún día realmente podría acabar con ese vampiro.

Habilidades:: Percepción de la criatura: El cazador puede ver la verdadera forma del sobrenatural

Virtudes: Sangre celestial: A pesar de las leyendas de los cazadores, tu apariencia no importa, eres completamente atractivo aunque tengas apariencia horrenda. Tus adversarios te miraran con fascinación.

Defectos:Ojos de Cazador: Tienes los ojos de un color extraño, lo cual hace que tu contrincante dude de tu naturaleza

Datos adicionales: Su hermano, aún sigue vivo, y la atormenta, sim embargo, ella, no se detendrá, hasta verlo destruido. Aunque a veces, paresca una persona maligna, muy dentro de si, es una buena persona, simplemente, que tuvo una vida difícil.

bienvenida FD

Bienvenida

Primero que nada, todabia estoy mas perdida que en un laberito. Pero ya me acostumbrare ^^
Samantha: Te olvidaste, de los unicornios rosados voladores U.U
Syracuse: Mira con decirte que nos tomamos hasta el agua de la pileta u.ú. Y con respecto al nivel... la suerte esta de mi lado(H).

Al resto: Gracias por la bienvenida

Bienvenida^^Caza mucho a los malotes :p