Edgar, el nuevo
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Edgar, el nuevo
Nombre completo del personaje: Edgar Kungen
Descripción Física:
es un tipo de dos metros veinte, conserva aun parte de su humanidad por parte de su madre al tener el pelo rubio y los ojos marrones, aunque su cola y su rabo fueron cercenados de su cuerpo para que no pudiesen volver a crecer. Su cara está totalmente y el resto de su piel presenta feas manchas de quemaduras eléctricas en todo su cuerpo.
Descripción Psicológica:
Psicológicamente se lo describe como psicópata, asesino, antisocial y adicto a los estupefacientes, ciertamente no lo es ya que el nunca había consumido drogas hasta que ingreso en el loquero luego de haber matado a los niños en el orfanato donde vivía. Es un caníbal.
Edad: 2x¿?
Historia:
Edgar nació del impuro vientre de una drogadicta desesperada y de un corrompido heroinómano, una fea noche en una fea ciudad en una fea época un feo día. Su primer víctima fue la pobre madre adolescente, aunque él no hubiese querido, de todas formas sintió hambre y comió a la madre desde dentro, desde la matriz. No abría podido sobrevivir tal vez de no haber sido encontrada por Elizabeth, una joven matrona quien al escuchar el llanto del bebe y verlo en medio de esa carnicería, lo adopto como suyo, sin saber que el pequeño engendro había sido el culpable del reguero de sangre.
La vida en el orfanato nunca es buena, mas para alguien distinto…distinto como el, como Edgar, bautizado así por Elizabeth, su joven “madre” adoptiva. Los niños se burlaban de el por su cola y sus cuernos los cuales habían comenzado a crecer, hasta que una noche el pequeño arto de las burlas y la falta de cariño, se los arranco con un cuchillo de cocina, dejando feas cicatrices tanto en su frente como en su espalda y no solo eso, si no los pequeños “detalles”, los vestigios de los cuernos y el rabo habían quedado.
A medida que crecía, comenzaba a mostrar claros síntomas de insensibilidad e ira irracional a todos los seres vivos, desde los pequeños niños hasta los más tiernos animales, tanto conejos hasta chicos más pequeños que el, recibían parte de su buena maldad diaria de su parte. Ya de adolescente había comenzado en el canibalismo, comía ratas e incluso su maldad llevo a comerse las pequeñas mascotas de los niños del orfanato, el odio en su interior hacia todo lo que existía en aquel lugar le cegaba. Odiaba la humanidad.
El Edgar adolescente, una noche de primavera mientras todos dormían y disfrutaban del calor y el sol, había sido reprendido por una Elizabeth ya algo mayor, a el nadie le regañaba, eso lo iba a dejar bien en claro, fue cuando golpeo a la matrona hasta dejarla media muerta, entonces con una sádica sonrisa en sus grotescas facciones, violo y arranco uno de los pezones de raíz de Elizabeth.
Todo el orfanato al escuchar los gritos de dolor de la mujer acudieron al vacio dormitorio “privado”, si es que se le puede llamar así a un hoyo en el sótano húmedo y oscuro, donde el joven los señalo a todos, parado sobre la frente a la semidesnuda y moribunda mujer, señalo a todos y simplemente dijo dos palabras.
“su turno”.
No se calcula con exactitud el número de niños, jóvenes y animales que mato aquella fatídica tarde, ya que ni siquiera recibió juicio alguno a la hora de ser condenado y confinado a un psiquiátrico a recibir electroshocks de por vida.
Nunca le gustaron los regaños…nunca volvería a recibir un mal trato…a pesar de eso, la bestia que había sido domada en aquel enorme charco de sangre, miembros cercenados y tripas regadas en el piso, dejo que le electrocutasen constantemente, provocando que la piel de su rostro se derritiese y deformase en una gris mascara, conservando únicamente sus ojos y su pelo rubio.
Edgar, la noche vieja de aquel año, del mismo año de su primeros asesinatos, volvió a despertar la bestia de su interior, una vez más, sintió hambre y asco…odio e ira…sin miedo y con valor…
Violo y mato, su mente estaba retorcida y su vida había sido únicamente dolor, no conocía el amor, no conocía el cariño…todo lo que había conseguido lo había conseguido a base de golpes y respeto.
El no permanecería allí dentro, esperando que la muerte le abrace, quería conocer el mundo, aunque sabía que no sería aceptado por su fealdad y deformidad, su retorcida mente no sería aceptada en la sociedad. Rompió la puerta trasera de aquella sala de espera con el cadáver ultrajado y cercenado de la joven enfermera que todavía seguía tibio, aunque no exactamente de vida si no por la violación y salió.
El necrófilo y violento Edgar estaba suelto, y nadie lo pararía.
Raza: corrompido
Tipo: cornudo
Condición: maligno
Habilidad:
Virtud:
Falta de olor, no huele a nada, su rastro es tenue y dificulta su búsqueda, tanto para humanos, otros corrompidos, perros. No tiene ningún tipo de rastro.
Defecto:
Intolerancia, odia cualquier muestra de afecto, especialmente a los niños o al comportamiento infantil, su vida se ah echo a base de golpes literalmente y no siente temor a la hora de acabar con una pequeña vida.
Clan: ------
Datos Adicionales: Disfruta de las violaciones tanto como un alcohólico un buen vaso de su bebida favorita o un drogadicto de la dosis que se aplique.
Descripción Física:
es un tipo de dos metros veinte, conserva aun parte de su humanidad por parte de su madre al tener el pelo rubio y los ojos marrones, aunque su cola y su rabo fueron cercenados de su cuerpo para que no pudiesen volver a crecer. Su cara está totalmente y el resto de su piel presenta feas manchas de quemaduras eléctricas en todo su cuerpo.
Descripción Psicológica:
Psicológicamente se lo describe como psicópata, asesino, antisocial y adicto a los estupefacientes, ciertamente no lo es ya que el nunca había consumido drogas hasta que ingreso en el loquero luego de haber matado a los niños en el orfanato donde vivía. Es un caníbal.
Edad: 2x¿?
Historia:
Edgar nació del impuro vientre de una drogadicta desesperada y de un corrompido heroinómano, una fea noche en una fea ciudad en una fea época un feo día. Su primer víctima fue la pobre madre adolescente, aunque él no hubiese querido, de todas formas sintió hambre y comió a la madre desde dentro, desde la matriz. No abría podido sobrevivir tal vez de no haber sido encontrada por Elizabeth, una joven matrona quien al escuchar el llanto del bebe y verlo en medio de esa carnicería, lo adopto como suyo, sin saber que el pequeño engendro había sido el culpable del reguero de sangre.
La vida en el orfanato nunca es buena, mas para alguien distinto…distinto como el, como Edgar, bautizado así por Elizabeth, su joven “madre” adoptiva. Los niños se burlaban de el por su cola y sus cuernos los cuales habían comenzado a crecer, hasta que una noche el pequeño arto de las burlas y la falta de cariño, se los arranco con un cuchillo de cocina, dejando feas cicatrices tanto en su frente como en su espalda y no solo eso, si no los pequeños “detalles”, los vestigios de los cuernos y el rabo habían quedado.
A medida que crecía, comenzaba a mostrar claros síntomas de insensibilidad e ira irracional a todos los seres vivos, desde los pequeños niños hasta los más tiernos animales, tanto conejos hasta chicos más pequeños que el, recibían parte de su buena maldad diaria de su parte. Ya de adolescente había comenzado en el canibalismo, comía ratas e incluso su maldad llevo a comerse las pequeñas mascotas de los niños del orfanato, el odio en su interior hacia todo lo que existía en aquel lugar le cegaba. Odiaba la humanidad.
El Edgar adolescente, una noche de primavera mientras todos dormían y disfrutaban del calor y el sol, había sido reprendido por una Elizabeth ya algo mayor, a el nadie le regañaba, eso lo iba a dejar bien en claro, fue cuando golpeo a la matrona hasta dejarla media muerta, entonces con una sádica sonrisa en sus grotescas facciones, violo y arranco uno de los pezones de raíz de Elizabeth.
Todo el orfanato al escuchar los gritos de dolor de la mujer acudieron al vacio dormitorio “privado”, si es que se le puede llamar así a un hoyo en el sótano húmedo y oscuro, donde el joven los señalo a todos, parado sobre la frente a la semidesnuda y moribunda mujer, señalo a todos y simplemente dijo dos palabras.
“su turno”.
No se calcula con exactitud el número de niños, jóvenes y animales que mato aquella fatídica tarde, ya que ni siquiera recibió juicio alguno a la hora de ser condenado y confinado a un psiquiátrico a recibir electroshocks de por vida.
Nunca le gustaron los regaños…nunca volvería a recibir un mal trato…a pesar de eso, la bestia que había sido domada en aquel enorme charco de sangre, miembros cercenados y tripas regadas en el piso, dejo que le electrocutasen constantemente, provocando que la piel de su rostro se derritiese y deformase en una gris mascara, conservando únicamente sus ojos y su pelo rubio.
Edgar, la noche vieja de aquel año, del mismo año de su primeros asesinatos, volvió a despertar la bestia de su interior, una vez más, sintió hambre y asco…odio e ira…sin miedo y con valor…
Violo y mato, su mente estaba retorcida y su vida había sido únicamente dolor, no conocía el amor, no conocía el cariño…todo lo que había conseguido lo había conseguido a base de golpes y respeto.
El no permanecería allí dentro, esperando que la muerte le abrace, quería conocer el mundo, aunque sabía que no sería aceptado por su fealdad y deformidad, su retorcida mente no sería aceptada en la sociedad. Rompió la puerta trasera de aquella sala de espera con el cadáver ultrajado y cercenado de la joven enfermera que todavía seguía tibio, aunque no exactamente de vida si no por la violación y salió.
El necrófilo y violento Edgar estaba suelto, y nadie lo pararía.
Raza: corrompido
Tipo: cornudo
Condición: maligno
Habilidad:
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Falta de olor, no huele a nada, su rastro es tenue y dificulta su búsqueda, tanto para humanos, otros corrompidos, perros. No tiene ningún tipo de rastro.
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